En estos momentos donde las luchas se dan en las calles, no hay dudas de la importancia de la unión para ganar fuerzas y seguirla peleando. No hay dudas que ahí recorriéndolas de la mano, a los abrazos, gritando todos juntos, es como nos hacemos escuchar.

Desde el día 21 hasta el 24 de junio la Escuela Itinerante estacionó sus carpas en la Plaza Vélez Sarsfield. Una propuesta de lucha docente diferente que recorre el país. Con una agenda apretada y distinto tipo de actividades; las carpas ofrecieron conferencias, espectáculos artísticos, música en vivo, homenajes, presentación de libros, entre otros. Este espacio se convirtió en un punto de encuentro de docentes, estudiantes, familias, grupos de amigos; donde se compartieron historias, discusiones y música (no se escatimó en risas y baile).

El paso de la Escuela Itinerante nos dejó en claro una vez más que la lucha no es algo que se abandona, y que en tiempos difíciles hay que encontrar alternativas para resistir y decir lo que creemos. Mientras más seamos más lejos y rápido llega el mensaje.

La lucha docente es una más que se suma a este momento de resistencia. Pero no sé por qué, quizás porque mis padres -ambos docentes- desde chica me llevaron a marchas, ésta en particular me emociona. Ver cómo personas, que eligen una carrera que requiere de una vocación extraterrestre y una fuerza de voluntad inquebrantable, son reconocidos sólo por algunos. Y que desde que tengo uso de razón luchan por un sueldo digno, pero más que todo por el derecho que todos tenemos a la educación. Porque ahí, en las aulas, es donde nos convertimos en ciudadanos.